De crío sufrí una temporada de eso ahora llamaríamos bulling y he probado ambos métodos, el civilizado (“ya se cansarán”, avisar a un adulto, intentar acercarme al agresor, intentar convencerme de que estoy por encima de esto…) y el responder a una agresión con una agresión.
Mi consejo: responde. No solo es efectivo (aunque el tío sea tres años mayor que tú y en realidad no le hagas nada, te dejará en paz si “no compensa”) sino que internamente rompes con la espiral de victimización con un subidón de autoestima.
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Antes de los vasos reutilizables, la pista de los conciertos era un estercolero. Bueno la pista, el festival entero y los alrededores.